Madre María, percibo sed inmensa de indulgencia
Ven, arrulla el corazón de mis amados para que entiendan que tu imagen refresca nuestra vista como cuando posamos los ojos en el Firmamento de una aurora o en el ocaso del sol, que se despide detrás de las montañas, o en el horizonte del mar.
Que si estás en el fuero interno de nuestra alma, ésta se alivia de las penas innecesarias que la vida, propia o ajena nos lega.
Permite que tu manto nos cubra en la ternura de tu amor, hoy,
menos que mañana. Liviana de egoísmo mi alma, te entrego mi gran deseo de
armonía.
Ampárame para que no me sienta competidora en la \recta final
de mi partida/, dónde tan solo la PAZ es mi seguridad y el sueño, antelación al
desapego del inminente adiós.
Tú, SEÑORA MÍA eres la intercesora de perdón y amor.