¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la
gloria del Señor
amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la
oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá
sobre ti;
y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu
aurora.
Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a
ti:
tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo
verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará,
se ensanchará, cuando
vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te
traigan las riquezas de los pueblos.
Te inundará una multitud de camellos,
los dromedarios de Madián y de Efá.
Vienen todos de Sabá,
trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del
Señor.
Isaías 60, 1-6
“Y
he aquí unos magos vinieron de oriente a Jerusalén,
Preguntando.
¿Dónde
está el rey de los judíos, que ha nacido?
Porque
hemos visto su estrella en el oriente y hemos
venido
para adorarle.” Mateo 2,1-2
“Al
ver la estrella se regocijaron con gran alegría.
Cuando
entraron en la casa, vieron al niño con María
su
Madre, y postrándose le adoraron. Entonces abrieron
sus
tesoros y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra.”
Mateo
2,10-11
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes:
para que rija a tu pueblo con
justicia, a tus humildes con rectitud. R.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar, del Gran
Río al confín de la tierra. R.
Que los reyes de Tarsis y de las
islas le paguen tributos;
que los reyes de Sabá y de Arabia le
ofrezcan sus dones,
que se postren ante él todos los reyes, y que todos los
pueblos le sirvan. R.
Porque él librará al pobre que
clamaba, al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del
indigente, y salvará la vida de los pobres. R.
Salmo 71
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