Gracias por el Año de la Fe |
Hermanos:
Daos cuenta del momento en que vivís;
ya es hora de despertaros
del sueño,
porque ahora nuestra salvación
está más cerca que cuando
empezamos a
creer.
La noche está avanzada,
el día se echa encima:
dejemos las actividades
de las
tinieblas y pertrechémonos
con las armas de la luz.
Conduzcámonos como
en pleno día,
con dignidad.
Nada de comilonas ni borracheras,
nada de lujuria
ni desenfreno,
nada de riñas ni pendencias.
Vestíos del Señor Jesucristo.
Romanos
13,11-14,
Casa para tu Fe Católica
Señor Jesús, manso y humilde
Desde
el polvo me sube
y me domina esta sed
insaciable
de estima,
ésta apremiante necesidad
de
que todos me quieran.
Mi
corazón está amasado
de delirios imposibles.
Necesito
redención.
Misericordia,
Dios mío.
No acierto
a perdonar,
el
rencor me quema,
las
críticas me lastiman,
los
fracasos me hunden,
las
rivalidades me asustan.
Mi corazón es soberbio.
Dame la gracia de la humildad, mi Señor,
manso y humilde
de corazón.
No sé de dónde me
vienen estos locos deseos
de imponer mi
voluntad, eliminar al rival,
dar curso a la
venganza.
Hago lo
que no quiero.
Ten
piedad, Señor, y dame la gracia de la humildad.
Gruesas
cadenas amarran mi corazón:
este
corazón echa raíces, sujeta y apropia
cuanto
soy y hago, y cuanto me rodea.
Y
de esas apropiaciones
me nace
tanto susto y tanto miedo.
¡Infeliz
de mí, propietario de mí mismo!
Devocionario
Encuentro, P. Larrañaga
No
al aborto, a la guerra, al idealismo de género.
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