domingo, 1 de diciembre de 2013

Primer domingo de Adviento

Gracias por el Año de la Fe
Hermanos: 
Daos cuenta del momento en que vivís; 
ya es hora de despertaros del sueño, 
porque ahora nuestra salvación 
está más cerca que cuando 
empezamos a creer. 
La noche está avanzada, 
el día se echa encima: 
dejemos las actividades de las 
tinieblas y pertrechémonos 
con las armas de la luz. 
Conduzcámonos como en pleno día, 
con dignidad. 
Nada de comilonas ni borracheras, 
nada de lujuria ni desenfreno, 
nada de riñas ni pendencias. 
Vestíos del Señor Jesucristo.
Romanos 13,11-14, 
Casa para tu Fe Católica



           Señor Jesús, manso y humilde

Aprendamos a orar
Desde el polvo me sube 
y me domina esta sed
insaciable de estima, ésta apremiante necesidad
de que todos me quieran.
Mi corazón está amasado 
de delirios imposibles.
Necesito redención.
Misericordia, Dios mío.
No acierto a perdonar
el rencor me quema,
las críticas me lastiman
los fracasos me hunden,
las rivalidades me asustan. 
Mi corazón es soberbio.

Dame la gracia de la humildad, mi Señor,
manso y humilde de corazón.
No sé de dónde me vienen estos locos deseos
de imponer mi voluntad, eliminar al rival,
dar curso a la venganza.
Hago lo que no quiero.
Ten piedad, Señor, y dame la gracia de la humildad.
Gruesas cadenas amarran mi corazón:
este corazón echa raíces, sujeta y apropia
cuanto soy y hago, y cuanto me rodea.
Y de esas apropiaciones
me nace tanto susto y tanto miedo.
¡Infeliz de mí, propietario de mí mismo!
Devocionario Encuentro, P. Larrañaga


No al aborto, a la guerra, al idealismo de género.

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