Piensa en el dueño de la vida, invoca su presencia,
misericordia y piedad.
Somos sus hijos y Él solo quiere nuestro bien,
por eso estamos aquí.
Toca mi corazón, Señor Jesús!
Padre Santo, mar inagotable de ternura,
tócalo y verás, como despiertan los sueños
enterrados en las raíces humanas.
Cúbreme con tu presencia que tengo frío,
y a veces,
me da miedo...
Padre Eterno, lléname de paz.
Creo que tus pies caminaron por el mundo,
detrás de mi sombra huidiza.
Aun, me
falta voluntad para derribar mis castillos,
las altas
murallas de mi egoísmo...
Deseo
volver a Ti y ser transparencia.
Toca mi
corazón, Señor Jesús!
Tócalo, y
verás, cómo despiertan los sueños
enterrados
en las raíces humanas.
¡Cuaresma! Tiempo
para acercarnos
al Padre del amor.
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