Divino Niño Jesús
¡Gracias!
Gracias porque la respuesta de tu existencia se llamó Jairo.
Gracias mi
amado Jesús porque al darme a Jairo encendiste
la luz de
la fe; prodigaste la vida en mi vientre y me concediste
la razón de
seguir viviendo con sueños.
Gracias por
el primer regalo que iluminaste a Jairo.
-Ese pequeño
plato de la Anunciación- que soldó con su
significado
nuestro amor.
Los sueños:
Rolando, Santiago, Sara y Susana han alimentado
la fuerza
de la lucha y la confianza en Ti.
Gracias
porque cuando la dulzura de Rolando se tornó distante,
ya
palpitaba en mi ser la vida de Santiago.
Gracias por
haber enjugado nuestro llanto cuando nos llegó
la primera
prueba de la vida, donde apareció la adversidad,
y, Tú, ¡Oh! Señor nos levantaste, nos hiciste
mirar al cielo.
Allí estuvo
el llanto de Santy gritando que debíamos cuidarlo,
solo a él, espejo de nuestras vidas.
Gracias,
muchas gracias Jesús porque no lo dejaste único
le diste la fortuna de una familia en Sara y Susana.
Gracias! Bendijiste a “la familia, que no quedó pequeña”.
Gracias por habernos dado a Susana que es la columna
de Jairo y
la constante de mi respirar.
Gracias porque
en Sara hay un oasis de paz que nos fortalece.
Gracias
porque con ellos, en la solidez de nuestro respeto,
con
debilidades, y “altibajos” hemos seguido firmes en Ti.
¡Gracias! siempre has estado para levantarnos,
si caídos, débiles o tristes hemos acudido a Ti.
Gracias por todos los
instantes en los cuales nuestros
pasos de “tumbo en tumbo”, turbados, desconsolados e
indiferentes, TÚ apareces para protegernos...
Sigues presente, abres la
puerta del Corazón
y nos muestras tu Amor!
Foto: Santy.
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