1Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
2Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
3La herencia que da el Señor son los
hijos;
su salario, el fruto del vientre: 4son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud.
5Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza.
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P. Ignacio Larrañaga |
domingo, 8 de abril de 2018
SALMO 126
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