Amigo de Betania
En
el seno de mi hogar, buen Jesús, hay penas hondas y secretas.
Si
reinaras entre los míos con toda la intensidad del amor que
Tú
mereces, no habría en mi casa tantos y tan amargos pesares.
Ven
pues y no tardes.
Apresúrate
porque mi hogar está herido con la ausencia de seres queridos.
todos
crecimos juntos al píe de la cruz y después, por voluntad del cielo,
esa
misma cruz nos ha ido separando del nido santo del hogar.
Maestro,
hermano, amigo del alma.
Jesús amado, ten misericordia de los míos, que murieron.
De
aquellos que volaron a la eternidad en seguimiento tuyo. Duermen en paz, porque
te amaron y porque Tú eres infinito en caridad.
Mas
al irse nos dejaron sombras y tristezas en el alma, espinas
y
una tumba en el camino.
Pero
bien sé yo que en tu corazón amabilísimo no puede haber separaciones.
En
él, donde está la vida, desaparece la horrible muerte;
por
eso te pido paz sobre sus tumbas y a los que hemos quedado en
este
valle de lágrimas danos la resignación que levante el desapego
de
la tierra y el amor al sufrimiento que nos una inseparablemente a Ti,
amigo
dulce de Betania.
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