Recopilación para el año de la FE
...Desde lo alto
del Templete Eucarístico, llegaban las voces y plegarias de los diversos
representantes, de las Iglesias no católicas, vino a mi imaginación el recuerdo
de mi primer contacto ecuménico.
Cuatro amigos
españoles regresábamos en coche de Ginebra,
un letrero nos sorprendió al borde de la
carretera: CLUNY.
Sentimos deseos
de ver el viejo monasterio que fue alma y centro de la Edad Media , cuidado por
doce monjes de Taizé.
Un año más tarde
de visitar CLUNY, uno de los monjes, supuestamente protestante, a quien
llamaremos Jorge- me visitó en Bilbao y tuvo interés en asistir a la misa que
yo celebraba aquel domingo; pude ver sus ojos tristes cuando, a
la hora de la comunión, todos los que asistían a la misa se acercaron al altar, menos él.
A la salida Jorge me dijo:
- ¿Por qué no nos dejáis comulgar en
vuestra misa?
Comprendo que vosotros no comulguéis en la nuestra, puesto que la
consideráis inválida, pero nosotros aceptamos entera vuestra Eucaristía
- ¿No crees que sería una especie de
farsa el que nos uniéramos en la
Eucaristía cuando no estamos unidos en la fe?
- Sí, Sí –dijo él- pero tú das la
comunión a niños de siete años y su fe dista más de la tuya que la mía.
¿Por qué entonces, no nos consideráis niños a mitad de camino?
- ¿No crees que te ofendería
considerándote un niño?
Además, tu fe es una fe realizada.
- Sí, dijo, mas, si tu supieras lo
difícil que es para mí venir a España,
donde comulgáis tanto, y pasar un
mes sin recibir al Cristo Eucarístico
en quien yo creo. Si vieras cuantas veces, estando en iglesias donde nadie
me conoce, siento deseos de
acercarme al comulgatorio…
- ¿Y por qué no lo haces?
- Por obediencia a la
Iglesia Católica.
Escuché esta respuesta que me hace temblar aun hoy.
Alguien que no es católico, alguien que cree que nuestra iglesia
es intransigente, alguien a quien su conciencia le dice que puede hacerlo,
se abstiene de ese gran deseo, por obediencia y respeto a una Iglesia de
la
que no es miembro y a cuyas leyes no se siente en rigor obligado.
No olvidaré la profundidad y seriedad del deseo de Jorge hacia la unión
de las Iglesias en una misma Eucaristía. Sé también Que esa buena
voluntad,
ese amor y ese respeto son –fuera de la unión Eucarística- la más profunda
unión que un hombre soñar pueda.
J. L. Martín descalzo
¡No al aborto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario