jueves, 20 de junio de 2013

El Milagro de Taizé

Recopilación para el año de la FE

 En Bogotá, agosto 20 de 1968
...Desde lo alto del Templete Eucarístico, llegaban las voces y plegarias de los diversos representantes, de las Iglesias no católicas, vino a mi imaginación el recuerdo de mi primer contacto ecuménico.

Cuatro amigos españoles regresábamos en coche de Ginebra,
 un letrero nos sorprendió al borde de la carretera: CLUNY.
Sentimos deseos de ver el viejo monasterio que fue alma y centro de la Edad Media, cuidado por doce monjes de Taizé.

Un año más tarde de visitar CLUNY, uno de los monjes, supuestamente protestante, a quien llamaremos Jorge- me visitó en Bilbao y tuvo interés en asistir a la misa que yo celebraba aquel domingo; pude ver sus ojos tristes cuando, a la hora de la comunión, todos los que asistían a la misa se  acercaron al altar, menos él.

A la salida Jorge me dijo:
-      ¿Por qué no nos dejáis comulgar en vuestra misa?
Comprendo que vosotros no comulguéis en la nuestra, puesto que la
consideráis inválida, pero nosotros aceptamos entera vuestra Eucaristía

-      ¿No crees que sería una especie de farsa el que nos uniéramos en la Eucaristía cuando no estamos unidos en la fe?

-      Sí, Sí –dijo él- pero tú das la comunión a niños de siete años y su fe dista más de la tuya que la mía.
¿Por qué entonces, no nos consideráis niños a mitad de camino?



-      ¿No crees que te ofendería considerándote un niño?
Además, tu fe es una fe realizada.

-      Sí, dijo, mas, si tu supieras lo difícil que es para mí venir a España,
donde comulgáis tanto, y pasar un mes sin recibir al Cristo Eucarístico
en quien yo creo. Si vieras cuantas veces, estando en iglesias donde nadie
me conoce, siento deseos de acercarme al comulgatorio…

-      ¿Y por qué no lo haces?

-      Por obediencia a la Iglesia Católica.

Escuché esta respuesta que me hace temblar aun hoy.

Alguien que no es católico, alguien que cree que nuestra iglesia
es intransigente, alguien a quien su conciencia le dice que puede hacerlo,
se abstiene de ese gran deseo, por obediencia y respeto a una Iglesia de la
que no es miembro y a cuyas leyes no se siente en rigor obligado.

No olvidaré la profundidad y seriedad del deseo de Jorge hacia la unión
de las Iglesias en una misma Eucaristía. Sé también Que esa buena voluntad,
ese amor y ese respeto son –fuera de la unión Eucarística- la más profunda
unión que un hombre soñar pueda.                  

J. L. Martín descalzo
¡No al aborto!

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