¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,
57-88. 56
Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que quiso
edificar
su Iglesia sobre el cimiento de los apóstoles y profetas,
y digámosle
confiados:
Bendice, Señor, a tu Iglesia.
Bendice, Señor, a tu Iglesia.
Dios nuestro, que nos llenas de santa alegría con
la
solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo,
haz que tu Iglesia se
mantenga siempre fiel a las enseñanzas
de estos apóstoles, de quienes recibió
el primer anuncio de la fe.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los
siglos. Amén
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