viernes, 29 de junio de 2018

EL ALMA SEDIENTA DE DIOS


 Salmo 62, 2-9 - 

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.


¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.


Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.


En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.
 TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que quiso edificar 
su Iglesia sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, 
y digámosle confiados:

Bendice, Señor, a tu Iglesia.
Dios nuestro, que nos llenas de santa alegría con la 
solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, 
haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas 
de estos apóstoles, de quienes recibió el primer anuncio de la fe. 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo 
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, 
por los siglos de los siglos. Amén

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