miércoles, 22 de abril de 2020

QUE SUENEN LAS CAMPANAS

Que vuelvan a sonar y “ahuyenten” la tiniebla…
  
Durante la Cuaresma, los devotos católicos estuvimos quizá 
desconcertados, pensando en las cerradas puertas de la Iglesia 
para la asistencia a los Oficios de la Semana Mayor.
 De repente, el Clero cuidó de sus ovejas en un gigante Templo abierto 
a todos los rebaños, como el Señor se lo encomendara a Pedro.

El Señor Resucitado, viene a bañar culpas, duelos y  desesperanzas 
de quienes le buscan. Los que pusieron FE en su clamor. Los que fijaron 
su atención para soñar un Amén como respuesta a su ruego. 
Sus cuitas persisten ahí y serán llevadas, cuando el Ángel de DIOS pase.

Aun las bancas de los templos están desocupadas… Éstas, brillantes u 
opacas, nuevas o antiguas, todas volverán a recibir almas dolidas, 
cuerpos fatigados, corazones necesitados.
Reflexioné que para buscar a DIOS aunque es necesario la estancia física, 
también la intimidad del corazón y recordé la anécdota del Párroco que 
preguntó a un constante peregrino que entraba por minutos al templo 
y, con gran incertidumbre se afanaba en salir.

 -Qué haces amigo, por qué tan de prisa?
El trabajador, con su mirada queda en el 
Crucifijo, “riguroso de su tiempo”, contestó:
-Yo lo miro y Él me mira…


Apéndice:
Una desocupada banca de Iglesia, no es la “banca vacía” del Congreso 
colombiano, que agota la credibilidad de un pueblo sometido; 
en las bancas de la Iglesia hay PRIMAVERA.

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