Deja un momento tus ocupaciones habituales,
hombre insignificante, entra un instante en ti mismo,
apartándote del tumulto de tus pensamientos.
Arroja lejos de ti las preocupaciones agobiantes y aparta
de ti las inquietudes que te oprimen.
Reposa en Dios un momento, descansa siquiera
un momento en Él.
Entra en lo más profundo de tu alma, aparta de ti todo,
Entra en lo más profundo de tu alma, aparta de ti todo,
excepto a Dios y lo que puede ayudarte a alcanzarlo;
cierra la puerta de tu habitación y búscalo en el
silencio.
Di con todas tus fuerzas al Señor:
«Busco tu rostro;
tu rostro busco, Señor.»
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