Gracias porque soñando un compañero me diste el mejor.
Gracias Señor porque la respuesta de tu existencia se llamó Jairo.
Gracias mi amado Jesús porque al darme un esposo encendiste la luz de la fe; prodigaste la vida en mi vientre y me concediste la razón de seguir viviendo con sueños.
Gracias por el primer regalo que iluminaste a él. Ese pequeño plato de la Inmaculada que soldó con su significado, nuestro amor.
Los sueños: Rolando, Santiago, Sara, Susana e Isabela, han alimentado la fuerza de la lucha y la confianza en Ti.
Gracias porque cuando la dulzura de Rolando se tornó distante, ya palpitaba en mi ser la vida de Santiago.
Gracias por haber enjugado nuestro llanto cuando nos llegó la primera prueba de la vida, donde apareció la adversidad y Tú, ¡Oh! Señor nos levantaste, nos hiciste mirar al cielo.
Allí estuvo el llanto de Santy gritando que debíamos cuidarlo.
Allí estuvo el llanto de Santy gritando que debíamos cuidarlo.
Gracias, muchas gracias Señor porque no lo dejaste único y le diste la fortuna de una familia en Sara y Susana.
Gracias porque al saber que eran dos, bendije
que “la familia no fuera tan pequeña”.
que “la familia no fuera tan pequeña”.
Hoy, gracias por habernos dado a Susana que es la columna de Jairo
y la constante de mi respirar.
Gracias por Sara sabemos que Tú vives en ella.
Gracias porque con éllos, en la solidez de nuestro respeto, con debilidades, y “altibajos” hemos seguido firmes en Ti.
Gracias por Isabela, que refleja tu Rostro, alegra los instantes que comparte con nosotros. Como mi quinto hijo, es la gracia que Tú quisiste obsequiarme.
Gracias porque siempre has estado para levantarnos cuando hemos caído, cuando débiles o tristes hemos acudido a Ti;
Gracias por todos los instantes en los cuales nuestros pasos han estado de “tumbo en tumbo” y Tú apareces en nosotros, fortaleciéndonos.
Cuando desolados… abres la puerta del Corazón
para mostrarnos tu Amor, o cuando indiferentes, sigues presente.
Cuando desolados… abres la puerta del Corazón
para mostrarnos tu Amor, o cuando indiferentes, sigues presente.
Gracias Señor, por Isabela, por sus caricias y sus risas, gracias porque tu Gracia se refleja en los momentos que compartimos.
Gracias por mis hijos que fueron y son la responsabilidad,
Isabela es la “recreación”, los afectos, la abundancia.
Isabela es la “recreación”, los afectos, la abundancia.
Gracias desde ya y hasta siempre, por los instantes de amor que crecen,
como la mostaza en mi corazón.
como la mostaza en mi corazón.
Hazme fuerte y constante en la prudencia de Padre Pío
y el desinterés del Cura de Ars.
y el desinterés del Cura de Ars.
¡Gracias Padre! Tú vives en ellos, en mí,
aunque a veces no reconozcamos Tu presencia.
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