Aprendí, a finales de 2010, que la vida solo depende de la
voluntad de Dios y si estamos armonizados con Él, nuestro existir se torna
feliz y seguro.
De pronto creerás que entonces no hay tristeza,
preocupaciones o desiertos. Estamos despistados, porque hemos perdido la ruta
para la cual fuimos creados y hemos cambiado el albedrío de ser abiertos a la
paz, hemos confiado nuestro bienestar al razonamiento de nuestra individualidad
alimentada por ese “yo” creado por el entorno y sin embargo, la gracia puede
llegar!
Hoy, cuando todos los seres modernos, motivados por la
tecnología y saturados de la planificación se adelantan a los hechos de unas
vacaciones programadas, de una proyección a futuro, he podido comprobar que “la hoja del árbol no se
mueve, sin la voluntad de Dios”.
Por esta misma época me alejé de ciertos afectos que sostenían
mi anhelante independencia y pendían de un hilo, resultado: acercamiento…
Sostuve, desprendimiento de objetos que a veces me hacían
sentir incómoda, respuesta: beneficio.
Me llené de esperanza solo en lo trascendente, obtuve: paz.
Sigo con entusiasmo y firmeza buscando en cada instante la
senda que alimente mi espíritu y a cada momento se clarifica mi búsqueda.
Perdóname por los descuidos que haya tenido con mis
angelitos, las pocas ocasiones, que en mi angustia del ayer,
volví a dejar escapar –el miedo- que estoy encarcelando, para dejarlo
prisionero hasta que viaje.
Gracias, Señor por mi esposo e hijo que me orientan…
¡Por favor! Sigue presentándote en el Oasis de mi vida, a través de su
indulgencia.
Gracias, Señor, eres tan generoso con esta tu criatura que no
lo merece.
Te amo, Señor, y al amarte soy plena, nada me falta, veo
con claridad cuánto
me has dado!
me has dado!
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