sábado, 1 de octubre de 2011

Han llegado los Reyes
Aprendí, a finales de 2010, que la vida solo depende de la voluntad de Dios y si estamos armonizados con Él, nuestro existir se torna feliz y seguro.

De pronto creerás que entonces no hay tristeza, preocupaciones o desiertos. Estamos despistados, porque hemos perdido la ruta para la cual fuimos creados y hemos cambiado el albedrío de ser abiertos a la paz, hemos confiado nuestro bienestar al razonamiento de nuestra individualidad alimentada por ese “yo” creado por el entorno y sin embargo, la gracia puede llegar!

Hoy, cuando todos los seres modernos, motivados por la tecnología y saturados de la planificación se adelantan a los hechos de unas vacaciones programadas, de una proyección a futuro, he podido comprobar que “la hoja del árbol no se mueve, sin la voluntad de Dios”.

Por esta misma época me alejé de ciertos afectos que sostenían mi anhelante independencia y pendían de un hilo, resultado: acercamiento…

Sostuve, desprendimiento de objetos que a veces me hacían sentir incómoda, respuesta: beneficio.
Me llené de esperanza solo en lo trascendente, obtuve: paz.
Sigo con entusiasmo y firmeza buscando en cada instante la senda que alimente mi espíritu y a cada momento se clarifica mi búsqueda.

Perdóname por los descuidos que haya tenido con mis angelitos, las pocas ocasiones, que en mi angustia del ayer, volví a dejar escapar –el miedo- que estoy encarcelando, para dejarlo prisionero hasta que viaje.

Gracias, Señor por mi esposo e hijo que me orientan…

¡Por favor! Sigue presentándote en el Oasis de mi vida, a través de su indulgencia.
Gracias, Señor, eres tan generoso con esta tu criatura que no lo merece.
Te amo, Señor, y al amarte soy plena, nada me falta, veo con claridad cuánto 
me has dado!

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