miércoles, 30 de noviembre de 2011

Mi corazón vibra por Ti, Señor


Comparto el presente regalo


Quiero parecerme a Ti, mi Rey
Que mis caminos, de palabra y de obra, empiecen y acaben en Ti.
Sabiendo que, Contigo, todo acabará bien:
En victoria y en triunfo seguro, con amor, frente al odio,
desde el servicio, antes que el egoísmo.

Quiero parecerme a Ti, mi Rey.
Extendiendo la inmensidad de tu Reino en cada una de las almas,
allá donde alguien te busque, en el rincón donde, la necesidad, apremie.
Allá donde, el dolor del hombre, busque y reclame respuestas supremas.
Allá donde, la orfandad de la humanidad, necesite de una mano que la proteja, la sostenga, la levante y la dignifique.

Quiero parecerme a Ti, mi Rey.
Y, cuando la cruz asome en el horizonte, agarrarme a ella con la obediencia de la fe.
Derramando desde ese trono de madera,
mi vida y mi valor, mi esfuerzo y mi generosidad.
Derramando como Tú, Oh Señor, palabras de aliento y de consuelo,
ánimo, valor y esperanza.

Quiero parecerme a Ti, mi Rey.
Y, al contemplar tu poder y tu reinado, saber que, no hay nada en el mundo, comparable a lo que Tú me ofreces:
Tu Verdad, Tu Camino y Tu Vida.
Dueño, Rey y Señor de la historia, ayúdame a ser entusiasta y vasallo de tu Reino.
Que ningún otro tesoro, reluciente al ojo humano, me aparte de Ti…
Oh Rey soberano.  Amén.                             
P. Javier Leoz
                                    

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