La
enfermedad física se ve, la del alma no.
Jesús, al
curar al paralítico hizo sanación al alma perdonando
sus pecados
y curación al cuerpo, con la reposición del movimiento.
“Jesús Separó al pecador de su pecado”. San Agustín
Sanó al hombre, cuya fe no se percibe en
él, sino en sus amigos.
Para Jesús
la enfermedad y el pecado están relacionados.
El pecado causa
la enfermedad del cuerpo, del alma,
y lleva a la
fragilidad del espíritu; detiene la superación
y
obstaculiza la comunión con Dios.
La parálisis física no nos déjà mover...
La parálisis mental obstaculiza el crecimiento de
nuestro espíritu,
enceguese el avance de crecimiento de la fe y
envuelve el albedrío,
¡oscureciéndolo!
Aprendamos que del
pecado llega el castigo a la vida hasta la tercera
y cuarta generación y
recibimos bendiciones por quienes anteriormente,
amaron al Señor.
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