sábado, 29 de septiembre de 2012

Los Arcángeles



Gabriel, Miguel y Rafael, son la concreción de
La Palabra, la Fuerza y la Medicina de Dios mismo.

San Gabriel voz y voluntad de Dios Padre, Heraldo celestial para 
revelar a María su designio de que sería la madre de Cristo.
Lucas 1,26-31
 
Es representado con un lirio, 
flor de María en la Anunciación.
Con la trompeta, anunciará la segunda 
venida de Cristo.
Sabiduría que enseñó a José las 70 lenguas 
que se hablaron en Babel.
San Gabriel, en el Nuevo Testamento, 
anuncia a Zacarías el nacimiento 
de su hijo, Juan el Bautista, (Lc. 1,11-20),

 


San Miguel, en hebreo, ‘¿Quién como Dios?’. 
Jefe de los ángeles Dan. 10,13-21; 12,1
Miguel habría sido el interlocutor 
inmediato de Moisés, en el Monte Sinaí 
(He. 7,38).
Guardián de Israel, según el Talmud 
y patrón de Alemania.
 Se le representa sosteniendo escalas
 o una bandera, blandiendo 
una espada contra un dragón.





 

San Rafael, medicina de Dios. 
Uno de los arcángeles más citados 
en el judaísmo y el cristianismo.
San Gabriel, San Miguel y San Rafael 
comparten la festividad, para honrarlos, 
el 29 de septiembre. 

Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares
y lugares de trabajo a la Santísima Virgen acompañada
de San Miguel, San Gabriel, San Rafael,
y toda su corte de santos ángeles.
“Delante de los ángeles tañeré para Ti Señor”. Salmo 137

jueves, 27 de septiembre de 2012

Vanidad, de vanidades


¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; 
vanidad de vanidades, todo es vanidad! 
¿Qué saca el hombre de todas las fatigas 
que lo fatigan bajo el sol? 
Una generación se va, otra generación viene, 
mientras la tierra siempre está quieta.
Sale el sol, se pone el sol, jadea por llegar 
a su puesto y de allí vuelve a salir. 
Camina al sur, gira al norte, 
gira y gira y camina el viento.
Todos los ríos caminan al mar, y el mar 
no se llena; llegados al sitio adonde caminan, 
desde allí vuelven a caminar.
Todas las cosas cansan y nadie es capaz 
de explicarlas. No se sacian los ojos de ver 
ni se hartan los oídos de oír. Lo que pasó, 
eso pasará; lo que sucedió, eso sucederá: 
nada hay nuevo bajo el sol.


  
 Si de algo se dice: "Mira, esto es nuevo", ya sucedió en otros tiempos mucho antes de nosotros. 
Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: 
no se acordarán de ellos sus sucesores.   Eclesiastés 1, 2-11
Es posible que no reflexionemos
y, sigamos atados al mundo?