martes, 18 de septiembre de 2012

San Agustín



Mi corazón se conmovió aquel día que encontré a San Agustín, con
“¡Tarde, te amé!”
Llegó a mi vida, como dijera Fray Nelson Medina, ”como la chispa que el Señor coloca en la vida de los seres”...
“No sabemos cuando, ni cómo, jamás podremos establecer a través de qué o de quién*, se hace presente la Voz de Dios”.
En el año 2006, su oración me hizo reflexionar pues,
yo también, “tarde amé” al Señor.
El 27 de agosto del mismo año, fiesta de Santa Mónica, madre de San Agustín, la Homilía del Padre Mathew, sudafricano, de la Consolata, 
Llegó opotuna al corazón, por la tribulación que mi alma atravesaba y con sus palabras:
“No importa cuánto nos hagan sufrir los hijos y cuánto tengamos que orar por ellos, todos nos purificamos”.
Su orientación fortaleció mi fe.
Desde entonces, cada vez que oigo mencionar a San Agustín, no escapa a mi atención sus reflexiones, por el inmenso amor que vivió por y para el Señor.

Saint Augustine by Philippe de Champaigne.jpg
Oración de San Agustín
Oh! Hermosura siempre antigua y siempre nueva.
¡TARDE TE AMÉ,
Y he aquí que Tú estabas dentro de mí, y yo estaba
fuera de mí mismo.
Por fuera yo te buscaba; y, en medio de las hermosuras que creaste, irrumpía yo con toda la insolencia de mi fealdad.
Estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Manteníanme alejado de Ti aquellas cosas que,
si en Ti no fueran, no serían.
Pero Tú me llamaste, gritaste, derrumbaste mi sordera. Centelleaste, resplandeciste, ahuyentaste mi ceguera.
Derramaste tu fragancia, la inhalé, y ya suspiro por Ti.
Gusté, y tengo hambre y sed.
Me tocaste, y ardo en deseos de tu paz.
SAN AGUSTÍN, intercede por mis hijos y por mí…

En su fiesta de agosto 28 de 2012

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