martes, 25 de septiembre de 2012

Prisioneros sin rejas

¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros?

¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros?   
Santiago  3, 16-4, 3


                                   Invocando a la Virgen de las Mercedes

Fiesta de Nuestra Señora de las Mercedes
Más me valdría tener rejas… 
Ésas que puede el hombre derribar…

Y no éstas y aquéllas que envuelven mi corazón, 
porque de éllas, solo Dios puede salvar.

Si mi alma fuese fuerte y mi corazón menos frágil, 
suspendería de mí todas las REJAS que aprisionan el 
espíritu que se me regaló y la Gracia que, sin merecer tengo.
Porque es en la debilidad mundana y en el parloteo interior 
que sueldo las rejas que aprisionan, 
las que limitan, las rejas que me impiden  
¡mirarTe!  
Hay quienes estamos prisioneros, de situaciones, 
ímpetus, pasiones, impulsos, actitudes, acciones, estados, procederes, fases y hábitos…
Si me detuviera a mirar viendo, a escuchar oyendo, 
a palpar sintiendo, despertaría en mi ser, la humildad del Samaritano, 
la alegría de Juan Pablo II, la dedicación de sor Teresa de Calcuta, 
la firmeza de San Agustín, la indulgencia de Padre Pío, 
la bondad de San Pedro Claver, 
 ¡El Amor de Jesús!
Dedicado a los privados de libertad.





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