domingo, 15 de septiembre de 2013

Saquemos tiempo para Dios…

Pasamos la mayor parte de nuestra vida
rezando un Padre Nuestro y esperando que el
Crucifijo se baje a darnos las gracias.

Creemos cumplir a nuestro deber de cristianos,
sin tener el alma libre y en paz…

Miramos el firmamento, a ver si llueve el maná.
y nos quejamos si hace verano. 
Estamos inconformes cuando nos acecha el dolor,
pero no damos gracias de los momentos de salud.
Nos apresuramos a gastar, no a compartir.
 Buscando que más atesorar, que más botar.


No es suficiente lo que tenemos, 
sentimos vacío de lo que no recibimos.
Nos erguimos ante Dios, 
y nos arrodillamos ante el mundo.
Jamás buscamos tiempo para comunicarnos con Dios.
No hablamos de Él!
Nos apena reconocer cuánto somos, cuánto tenemos,


Todo el tiempo nos quejamos,
sin dar gracias del entorno que poseemos.
No visitamos un templo para rezar,
nos –apuramos- a continuar la marcha del “apure”.
Durante todo el día, huimos del amor de Cristo,
para penetrar en el razonamiento de sí mismos.

Apenas si miramos las puertas de un templo,
no por gratitud, sino a ver qué más nos hace falta.

Todo el tiempo somos esclavos…
Nos da miedo soltar las cadenas que nos hemos impuesto,
 porque el miedo hace parte de ellas.

¡Por esto y muchas cosas más somos infelices!


¡No a la guerra!     ¡No al aborto!

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