domingo, 20 de abril de 2014

SEÑOR DE LA VICTORIA

Cuando todo se desmorona
en los proyectos humanos,
en los apoyos terrestres;
cuando de nuestros más bellos sueños, 
solo nos queda la desilusión;
cuando nuestros mejores
esfuerzos y nuestra firme
voluntad no alcanzan el
objetivo propuesto;
cuando la sinceridad y el
ardor del amor nada consiguen,
y el fracaso está ahí, desolador y cruel
frustrando nuestras más bellas esperanzas,
Tú permaneces Señor, indestructible y fuerte,
Nuestro amigo que Todo lo puede.
Jesús triunfante, abandona el Sepulcro
Tus designios permanecen
Intactos, nada puede
impedir que tu voluntad
se cumpla.
Tus sueños son más bellos
que los nuestros,
y Tú los realizas.
Conviertes los fracasos
En un triunfo mayor,
nunca eres vencido.
Tú que de la pura nada
haces surgir el ser y la vida,
tomas nuestra impotencia
en tus manos creadoras Señor,
con infinito amor,
y la haces producir un
fruto, obra tuya, mejor que
todos nuestros deseos.
En Ti, nuestra esperanza
se salva del desastre,
cumplida en plenitud. Amén
Manual de oración 
ENCUENTRO P. Larrañaga

sábado, 19 de abril de 2014

Dolor en Soledad

SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Oh Madre de piedad y de misericordia

Yo, indigno pecador, en ti confío con todo mi corazón y afecto; 
acudo a tu piedad, para que, así como estuviste junto a tu dulcísimo 
Hijo clavado en la Cruz, también estés junto a mí, débil pecador, 
y junto a todos los fieles que aquí y en toda la Santa Iglesia vamos 
a participar de aquel divino sacrificio, para que, ayudados con tu Gracia, 
ofrezcamos una Hostia Sagrada aceptable en la presencia 
de la suma y única Trinidad. Amén.

viernes, 18 de abril de 2014

MI JESÚS SACRAMENTADO,


MI DULCE  AMOR y CONSUELO,
Quien te amara tanto QUE DE AMOR MURIERA!
Ven, Jesús, mi Salvador
Divino Cordero;
Ven a mí, dulce Señor,
¡Oh mi Dios, mi amor!
***
Eres Padre tierno,
Eres buen Pastor;
Eres verbo eterno
Nuestro Redentor.
***
***
¡Oh de mi esperanza
Dulce galardón!
Te doy alabanza
Y mi corazón.
***
En Ti siempre espero,
Aumenta mi fe;
Con amor sincero
Te recibiré.
***
En esta apariencia, 
Divino manjar, 
Tu santa presencia 
Quieres ocultar.
***
Oh Sabiduría,
Eterno Señor;
Ven en este día
A darme tu amor!
***
Jesús de mi vida; 
Nunca más pecar; 
Sólo a Ti rendida, 
Mí alma quiere amar.
***

jueves, 17 de abril de 2014

ULTIMA CENA DEL SEÑOR



Súplica a Jesús Sacramentado
Esposas muy queridas del Señor que arrojadas en la cárcel 
de indecibles penas, carecéis de la presencia del Amado 
hasta que os purifiquéis como el oro en el crisol de las reliquias 
que os dejaron vuestras culpas.
Salid de la esclavitud del pecado, para convertiros en Prisioneros del Amor
QUE ES JESÚS
Vosotras que desde aquellas voraces llamas, clamáis con mucha razón 
a vuestros amigos, yo me compadezco de vuestro dolor, 
y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda, 
pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, 
apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, 
al tesoro de las indulgencias, a la intersección de María Santísima, 
a la sangre de nuestro Señor Jesucristo, para que por este medio 
logréis el deseado consuelo y yo por vuestra mediación, 
gracia conviértese de cualquier culpa, aun la más ligera 
y venza la pasión dominante hasta que Dios nos lleve a la Gloria. 
Amén   Padre Raúl Hásbun

JESÚS LAVA LOS PÍES A SUS DISCÍPULOS

lunes, 14 de abril de 2014

Oración a la llaga del Hombro de Jesús

San Bernardo pregunto al Divino Salvador,
cual fue en la Pasión tu dolor más desconocido por los hombres.
Jesús le respondió: Tenía una llaga profundísima en  el hombro
sobre el cual cargué mi pesada cruz; esa llaga era la más dolorosa de todas.
Los hombres no la conocen; honrad pues esta llaga
y haré todo lo que por ella pidas…
Oh amado  Jesús, manso Cordero de Dios, a pesar de ser yo
una criatura miserable y Pecadora, te adoro y venero
la llaga causada por el  peso de vuestra cruz, que abriendo
vuestras carnes desnudó los huesos de vuestro hombre sagrado
y de la cual vuestra Madre dolorosa tanto se compadeció.
También yo, oh carísimo Jesús, me compadezco de Vos
y desde el fondo de mi corazón te glorifico y agradezco
por esta llaga dolorosa de vuestro hombro en la que
quisiste cargar vuestra cruz por mi salvación.
¡Ah! Por los sufrimientos que padeciste y que aumentaron
el enorme peso de vuestra cruz, ruégote con mucha humildad,
tened piedad de mi pobre criatura pecadora,
perdonad mis pecados y conducidme al cielo
por el camino de la Cruz.

sábado, 12 de abril de 2014

TIEMPO DE RECONCILIACIÓN

SÚPLICA A LA VIRGEN
PARA SER BUEN CRISTIANO



Santísima Señora, Madre de Dios; 
tú eres la más pura de alma y cuerpo, 
que vives más 
allá de toda pureza, de toda castidad, 
de toda virginidad; 
la única morada de toda la gracia 
del Espíritu Santo; 
que sobrepasas incomparablemente 
a las potencias espirituales en pureza, 
en santidad de alma y cuerpo; 
mírame culpable, impuro, 
manchado en el alma y en el 
cuerpo por los vicios de mi vida 
impura y llena de pecado; 
purifica mi espíritu de sus pasiones; 
santifica y encamina mis pensamientos errantes y ciegos; regula y dirige mis sentidos; 
líbrame de la detestable e infame tiranía 
de las inclinaciones y pasiones impuras; 
anula en mí el imperio de mi pecado; 
da la sabiduría y el discernimiento a mi espíritu en tinieblas, 
miserable, para que me corrija de mis faltas y de mis caídas, 
y así, libre de las tinieblas del pecado, sea hallado digno 
de glorificarte, de cantarte libremente, verdadera madre 
de la verdadera Luz, Cristo Dios nuestro. 
Pues sólo con Él y por Él eres bendita y glorificada 
por toda criatura, invisible y visible, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. San Efrén


jueves, 10 de abril de 2014

Reconciliación

Aquí me llego, todopoderoso y eterno Dios, 

al sacramento de vuestro unigénito 

Hijo mi Señor Jesucristo, 

como enfermo al médico de la vida, 

como manchado a la fuente de misericordia, 

como ciego a la luz de la claridad eterna, 

como pobre y desvalido al Señor de los cielos y tierra. 


Ruego, pues, a vuestra infinita bondad y misericordia, 

tengáis por bien sanar mi enfermedad,
limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguedad, 
enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, 
para que así pueda yo recibir el Pan de los Ángeles, 
al Rey de los Reyes, al Señor de los señores, 
con tanta reverencia y humildad, 
con tanta contrición y devoción, con tal fe y tal pureza, 
y con tal propósito e intención, 
cual conviene para la salud de mi alma.

SANTO TOMÁS DE AQUINO

lunes, 7 de abril de 2014

APRENDAMOS DE

La Casta Susana 

En aquellos días, [vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana, hija de Jelcías, mujer muy bella y religiosa. Sus padres eran honrados y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico y tenía un parque junto a su casa; como era el más respetado de todos, los judíos solían reunirse allí. Aquel año fueron designados jueces dos ancianos del pueblo, de esos que el Señor denuncia diciendo: "En Babilonia la maldad ha brotado de los viejos jueces, que pasan por guías del pueblo." Solían ir a casa de Joaquín, y los que tenían pleitos que resolver acudían a ellos. A mediodía, cuando la gente se marchaba, Susana salía a pasear por el parque de su marido. Los dos ancianos la veían a diario, cuando salía a pasear en el parque, y se enamoraron de ella. 
Pervirtieron su corazón y desviaron los ojos, 
para no mirar a Dios ni acordarse de sus justas leyes.

Un día, mientras acechaban ellos el momento oportuno, salió ella como de ordinario, sola con dos criadas, y tuvo ganas de bañarse en el parque, porque hacía mucho calor. Y no había nadie allí, fuera de los dos ancianos escondidos y acechándola. Susana dijo a las criadas: "Traedme el perfume y las cremas y cerrad la puerta del parque mientras me baño." Apenas salieron las criadas, se levantaron los dos ancianos, corrieron hacia ella y le dijeron: "Las puertas del parque están cerradas, nadie nos ve, y nosotros estamos enamorados de ti; consiente y acuéstate con nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que un joven estaba contigo y que por eso habías despachado a las criadas." Susana lanzó un gemido y dijo: "No tengo salida: si hago eso, seré rea de muerte; si no lo hago, no escaparé de vuestras manos. Pero prefiero no hacerlo y caer en vuestras manos antes que pecar contra Dios." Susana se puso a gritar, y los ancianos, por su parte, se pusieron también a gritar. Uno de ellos fue corriendo y abrió la puerta del parque. Al oír los gritos en el parque, la servidumbre vino corriendo por la puerta lateral a ver qué le había pasado. Y cuando los ancianos contaron su historia, los criados quedaron abochornados, porque Susana nunca había dado que hablar.     


Al día siguiente, cuando la gente vino a casa de Joaquín, su marido, vinieron también los dos ancianos con el propósito criminal de hacer morir a Susana. En presencia del pueblo ordenaron: "Id a buscar a Susana, hija de Jelcías, mujer de Joaquín." Fueron a buscarla y vino ella con sus padres, hijos y parientes. Toda su familia y cuantos la veían lloraban. Entonces los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y pusieron las manos sobre la cabeza de Susana. Ella, llorando, levantó la vista al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor. Los ancianos declararon: "Mientras paseábamos nosotros solos por el parque, salió ésta con dos criadas, cerró la puerta del parque y despidió a las criadas. Entonces se le acercó un joven que estaba escondido y se acostó con ella. Nosotros estábamos en un rincón del parque y, al ver aquella maldad, corrimos hacia ellos. Los vimos abrazados, pero no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros y, abriendo la puerta, salió corriendo. En cambio, a ésta le echamos mano y le preguntamos quién era el joven, pero no quiso decírnoslo. Damos testimonio de ello." Como eran ancianos del pueblo y jueces,] la asamblea [los creyó y] condenó a muerte a Susana. Ella dijo gritando:
"Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí."
El Señor la escuchó. Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios movió con su santa inspiración a un muchacho llamado Daniel; éste dio una gran voz: "¡No soy responsable de ese homicidio!" Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron: "¿Qué pasa, qué estás diciendo?" Él, plantado en medio de ellos, les contestó: "Pero, ¿estáis locos, israelitas? ¿Conque, sin discutir la causa ni apurar los hechos condenáis a una hija de Israel? Volved al tribunal, porque ésos han dado falso testimonio contra ella."

La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron: "Ven, siéntate con nosotros y explícate, porque Dios mismo te ha nombrado anciano." Daniel les dijo: "Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar yo." Los apartaron, él llamó a uno y le dijo: "¡Envejecido en años y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: "No matarás al inocente ni al justo." Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados." El respondió: "Debajo de una acacia." Respondió Daniel: "Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios ha recibido la sentencia divina y te va a partir por medio." Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo: "¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad. Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?" Él contestó: "Debajo de una encina." Replicó Daniel: "Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros."
Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión. Según la ley de Moisés, les aplicaron la pena que ellos habían tramado contra su prójimo y los ajusticiaron. Aquel día se salvó una vida inocente.

Daniel 13,1-9.15-17.19-30.33-62. Casa para tu Fe Católica