sábado, 12 de abril de 2014

TIEMPO DE RECONCILIACIÓN

SÚPLICA A LA VIRGEN
PARA SER BUEN CRISTIANO



Santísima Señora, Madre de Dios; 
tú eres la más pura de alma y cuerpo, 
que vives más 
allá de toda pureza, de toda castidad, 
de toda virginidad; 
la única morada de toda la gracia 
del Espíritu Santo; 
que sobrepasas incomparablemente 
a las potencias espirituales en pureza, 
en santidad de alma y cuerpo; 
mírame culpable, impuro, 
manchado en el alma y en el 
cuerpo por los vicios de mi vida 
impura y llena de pecado; 
purifica mi espíritu de sus pasiones; 
santifica y encamina mis pensamientos errantes y ciegos; regula y dirige mis sentidos; 
líbrame de la detestable e infame tiranía 
de las inclinaciones y pasiones impuras; 
anula en mí el imperio de mi pecado; 
da la sabiduría y el discernimiento a mi espíritu en tinieblas, 
miserable, para que me corrija de mis faltas y de mis caídas, 
y así, libre de las tinieblas del pecado, sea hallado digno 
de glorificarte, de cantarte libremente, verdadera madre 
de la verdadera Luz, Cristo Dios nuestro. 
Pues sólo con Él y por Él eres bendita y glorificada 
por toda criatura, invisible y visible, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. San Efrén


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