miércoles, 23 de septiembre de 2020

A falta de confesor, confesión pública

Reincidir en las faltas es no reconocer que somos pecadores.

No despertar conciencia, después de prometer a sí misma, MIL veces no volver a descuidar una olla en la estufa, es No cumplir conmigo, es no tener “Propósito de la enmienda” y dar mal ejemplo a los PEQUEÑOS del Señor, que me siguen.

Desperdiciar cuatro diferentes detergentes, utilizar cuatro clases de esponja. Desgastar utensilios de apoyo, usar herramientas, valerme de fuerza que no tengo e invocar a los Santos, para “despegar una olla quemada”, es ser desconsiderada, faltar a la caridad, atentar contra el más próximo, entorpecer la armonía que hay en la familia, pese a que mi entorno, por amor me disculpe y haga de ese pecado, una broma.

  

¿Qué queda de la Contrición de corazón? ¡Relajarse? 

Dibujar una nueva faceta para decir que es descuido, error, equivocación? 

NO. Eso se llama ¡PECAR!  Debemos ser auténticos católicos cristianos, sin apenarse por su FE.

lunes, 21 de septiembre de 2020

MORAL, educación y FE

 En mi niñez, había hogar, los padres de familia, los primeros educadores

-  Mentir, era lo peor, nos reprendían con el refrán: “Quién miente, roba y quien roba, mata”.

-      Tomar un bocadillo veleño de la despensa, sin permiso, era robar, se desfalcaba a la familia.

-      Copiar en los exámenes, era robar, la buena fe del maestro.

-      Hacer maltrato a un compañero, era, faltar a la caridad.

Mi espiritualidad ha sido abonada por sanos sacerdotes y me cuento entre las ovejas de una FE, sin tropiezos, que antes de hacer mi Primera Comunión, el 14 de septiembre de 1952, aprendió, sin escándalo, de voz del Padre Zapata, el proceso de pena, dolor y arrepentimiento. En PAZ, con la  conciencia, podía recibir a JESÚS SACRAMENTADO en mi corazón, sin masticarle, tratando el Cuerpo de Cristo Redentor, con amor y respeto.


Por supuesto, hace 70 años, no se hablaba de tocar con la mano, la Eucaristía. 

Aquella inmensa felicidad por recibir a Cristo Redentor permanece conmigo, ha durado 68 años, dando a mi espíritu el Alimento Eucarístico, que por bondad de DIOS recibí también en mi matrimonio y durante 48 aniversarios, celebrando espiritualmente, con el Cuerpo Divino de Cristo, nuestra unión.

A la Iglesia y sus sacerdotes, los han juzgado y condenado de forma inmisericorde, desde que una naranja podrida entró el mortífero hongo, humus, en el Vaticano.

domingo, 20 de septiembre de 2020

Luz en la tiniebla

El pecado es pecado e indultarlo con epítetos es matar la MORAL

¿Qué diremos ahora los ancianos si todos los Mandamientos de la Ley de Dios, se amparan con las leyes de los hombres?

Hoy se MATA a niños, viejos, discapacitados, desvalidos. Los “nonatos”, son la “carne de cañón”, para cosméticos, vacunas y toda clase de experimentos.

Los desmanes tienen CARETA y apellido, públicos y desconocidos. Se justifica, destruyeron el hogar, -fogar-, de fuego, calor, amor… y con ello, desaparecieron los VALORES. 

Las autoridades, han vendido su moral, nos impiden a los católicos recibir los sacramentos…Pero no podrán matar nuestra FE, como no pudieron tomar en otra época, las riquezas de la Iglesia, de San Lorenzo.

Los gobiernos roban al PUEBLO con el visto bueno de quienes, en la clandestinidad, envuelven su codicia en la violencia desmedida, de soberbia y orgullo.

¿Quiénes son las víctimas, sin poder protestar?

 LOS INCAUTOS, LOS OBEDIENTES, LOS TOLERANTES, LOS "BUENÍSIMOS".

sábado, 19 de septiembre de 2020

No temas llamar PECADO, al pecado

Si reincidimos en él y no nos confesamos, “Después del ojo afuera, no hay Santa Lucía que valga”-

La confesión, Sacramento al cual nos han privado, por seis meses, y, continúa, obligados a dilatar la culpa, consentir el pecado y, aislar la FE. Digo que “continúa”, pues no todos los creyentes, tenemos libertad para disfrutar de la Santa Misa en el Templo.

Tenemos, respecto del Sacramento de la Eucaristía, la Comunión Espiritual, de igual forma, podemos seguir pasos espirituales que nos ayuden a superar la ausencia del Sacramento de la Confesión.

Debemos considerar, serenamente y sin temor, que DIOS jamás nos desampara y podremos tener la oportunidad, algún día, de confesarnos con un sacerdote.

La satisfacción de obra, cual es cumplir con la penitencia impuesta por el confesor, antes de la absolución, la haremos en su momento oportuno. Mientras tanto, entra en tu casa, pide perdón a tu SEÑOR y ¡ORA!

-      Hacer examen de conciencia, lo cual es reflexionar.

-      Tener contrición de corazón, que es el dolor de haber ofendido a DIOS.

-      Hacer propósito de la enmienda, y no volver a pecar. 

Una vez, meditado el agravio al SEÑOR, y las consecuencias ocasionadas, a mi propia persona y a mi prójimo, aclarar si es grave o leve, la falta, el pecado.

Después, hacer confesión de boca, para obtener el perdón de DIOS a través de la absolución de un sacerdote, porque lo que atares en la Tierra, será atado en el Cielo y lo que desatares en la Tierra será desatado en el Cielo.

En la anterior explicación, es donde entra la angustia y culpa ACTUALES de los seres que creemos que somos pecadores, fieles a CRISTO JESÚS.

EL PECADO NO ES PECADO, SI MI CONCIENCIA NO ES CONCIENCIA.     

viernes, 18 de septiembre de 2020

Las cosas hay que llamarlas por su nombre

Un descuido, equivocación, falta, falla o error, se convierte en PECADO

Una olla se quema por descuido, que la convierte en chatarra. Fácil es desecharla, pero ahí, no hay reparación moral.

Si se quiere recuperar la vasija, aun así, existe falta. Se ha desperdiciado combustible, detergentes, esponjas, agua, TIEMPO. La olla se ha desgastado…

Además, se perdió el alimento que se iba a consumir. También queda frustración para quien cometió el descuido.

Existe algo más culposo, si se reincide, es la vergüenza de la falla o el error, por supuesta equivocación de no ATINAR que se debe ser responsable de todo acto, por insignificante que sea a nuestro juicio, sin la excusa de que a NADIE debemos dar cuentas...

¡Cómo que no? Debemos dar cuenta a nosotros mismos, al Juez Interior que se llama conciencia y jamás calla.

Todos nuestros actos tienen –nombre propio-, sin evadir responsabilidad.

Con frecuencia, ponemos careta a estos, llamándole descuido, equivocación, falta, falla o error. Todos estos epítetos, solo son eso, “epítetos”, que sin corrección o enmienda, se vuelven PECADO y debemos confesarlo para que sea indultado, si queremos ser perfectos, como Nuestro Padre Celestial es Perfecto.

Cuentas tenemos que dar al SEÑOR, DIOS Creador y Redentor y, aunque no lo aceptemos, por falta de FE, la CONFESIÓN es un acto de arrepentimiento, por parte del pecador y un acto de amor de DIOS, que nos perdona.

El mal ha existido SIEMPRE, eso no quiere decir, que no podamos evitar el pecado.